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Cuenta Heródoto que el rey egipcio Psamético I (664 ñ 610 adc) encomendó a un pastor la labor de cuidar a dos niños recién nacidos en aislamiento y sin dirigirles palabra, con el propósito de que sus primeros vocablos fueran en la lengua originaria. Con esto, Psamético I pretendía conocer cuál era el pueblo más antiguo. Al cabo de dos años, el pastor advirtió que los niños a su cargo habían hecho suya la palabra bekos. Indagando su procedencia, el rey egipcio llegó a la conclusión de que el pueblo frigio era el más antiguo, pues con este nombre llamaban al pan.

Agudelo, S. (2008). Los orígenes del lenguaje. Praxis Filosófica, (26), 335–345. https://doi.org/10.25100/pfilosofica.v0i26.3317